En un artículo del diario El Magallanes, ex prisioneros políticos refutan las afirmaciones del general (r) Torres de la Cruz de que en Magallanes no se torturó bajo su mando. Este periodo de septiembre de 1973 hasta febrero de 1974 incluye, sin lugar a dudas, los meses más brutales de la represión en la zona por la dictadura militar. El general (r) Torres de la Cruz es uno de los responsables directos por estas violaciones de derechos humanos en Magallanes.
A continuación, reproducimos en su totalidad el artículo “Nosotros fuimos torturados”, publicado por el diario El Magallanes de Punta Arenas el 7 de enero de 2001.
El Magallanes, 7 de enero de 2001.
Testimonios de ex presos políticos en la región
“Nosotros fuimos torturados”
Nueve personas cuentan su versión acerca de los atropellos a los derechos humanos ocurridos durante el mandato del general (r) Manuel Torres de la Cruz como intendente
Por Marcelo Pérez
Las declaraciones del ex intendente y general (r) Manuel Torres de la Cruz siguen causando reacciones de rechazo y molestia en sectores de la izquierda regional, especialmente entre las personas ligadas a la defensa de los derechos humanos o a los ex presos políticos. Nueve de ellos decidieron refutar las aseveraciones del ex uniformado, quien aseguró el domingo pasado en una entrevista en este mismo diario que durante su mandato en la zona no se produjeron atropellos a los derechos humanos y que los prisioneros fueron tratados de forma digna. Contando su versión de lo que ocurrió en Magallanes durante los primeros meses del régimen militar, período que coincide con la administración de Torres de la Cruz. Todos coinciden en rechazar las palabras del general (r) y en recalcar su responsabilidad en los hechos y la violencia que se vivió en la zona en ese período. Incluso, tal como anunciaron a comienzos de esta semana, estudian emprender medidas legales en contra de Torres de la Cruz. De los relatos se desprenden varias coincidencias, como la recurrente mención a lugares de detención y de tortura, entre ellos la construcción ubicada en la avenida Colón de esta ciudad y que llegó a ser conocida como el “Palacio de las Sonrisas”. También hay coincidencia en que tras los meses de detención y de apremios, una etapa aún peor se inauguraba con los seguimientos a familiares y el cierre de cualquier oportunidad laboral. Algunos incluso afirman que esta situación fue mucho peor que los golpes sufridos.
El caso de Daniel Ruiz
El 11 de septiembre de 1973, Daniel Ruiz era copropietario y director responsable de la radio La Voz del Sur. Además, era dirigente del Partido Comunista (PC). Sobre su experiencia, relata que “estuve detenido en el subterráneo de una casa en Cerro Sombrero, donde me sorprendió el golpe de Estado, y más tarde fui al gimnasio Ramón Cañas Montalva y a la isla Dawson. De allí me traían a Punta Arenas para interrogatorios a los que se sumaban torturas de todo tipo. Permanecí un año en un galpón en el regimiento Cochrane. La tortura era física y psicológica, se me aplicó corriente en diferentes partes del cuerpo tantas veces que perdí la cuenta. Todo empezaba cuando llegaban personas del Servicio de Inteligencia Militar hasta donde estábamos recluidos y nos llevaban vendados y a patadas, hacinados en un camión, hasta el lugar de la avenida Colón que nosotros mismos bautizamos como el Palacio de las Sonrisas, donde empezaban los interrogatorios sobre armas que nunca tuvimos. Allí nos esperaba lo que ellos llamaban la comisión de recepción, que también nos recibía a golpes”.
Dirigente juvenil
La secretaria regional del PC, Jeanette Antonín, era dirigente de la Juventud Comunista y estudiaba en el Liceo de Niñas cuando fue detenida a fines de octubre de 1973. Tenía 18 años. “Se presentaron en mi casa dos hombres que dijeron ser del Ejército y me llevaron a Ojo Bueno. Pasaron tres días y me llevaron a un primer interrogatorio al recinto de avenida Colón, donde me encontré vendada con varias de mis compañeras del liceo. Nos hicieron firmar declaraciones con la vista vendada, cuyo contenido nunca conocimos. Pude percibir que había altos oficiales que daban órdenes y las recibían, gente de civil y médicos que asistían luego de las torturas con electricidad. Pude escuchar a otros detenidos y sus gritos. Buscaban que asumiéramos hechos que no habían ocurrido. En uno de los interrogatorios me preguntaban por armas, en un lugar de campo, desnuda y vendada, dos hombres me interrogaron toda la noche, me aplicaron corriente y baldes de agua fría, fue un momento humillante y terrorífico”.
Exiliada
Para el golpe de Estado, Magda Ruiz también estudiaba en el Liceo de Niñas y militaba en la Juventud Socialista. En 1976 fue exiliada y vivió en Dinamarca y Cuba hasta su retorno en 1988. Hoy no participa en política. “Yo tenía 17 años cuando me detuvieron junto a un grupo de jóvenes socialistas la noche del 21 de diciembre. Después de un ablandamiento en la Casa del Deportista, nos llevaron a la villa Los Roblecitos -en ese entonces propiedad de la familia Menéndez Braun- donde me tuvieron hasta el 24 en la mañana sometida a torturas que en más de una ocasión me hicieron perder el conocimiento. Como un despojo humano me trasladaron a Ojo Bueno donde a mi llegada había otras 22 mujeres detenidas, y recién entonces se reconoció ante mi familia mi situación, porque hasta ese momento figuré como desaparecida”.
Entregado por Otto Trujillo
Pocos días después del golpe, el ex funcionario de Indap Ricardo Jaguello fue detenido en el aeropuerto de Punta Arenas a su llegada desde la capital, hasta donde viajó para participar en una actividad de ese servicio. Según dijo, su detención se debió al “soplo” de Otto Trujillo, reconocido ex agente de seguridad en el régimen militar. “Fue él quien me trajo del aeropuerto al Palacio de las Sonrisas, y eso fue terrible. Me llevaron a una pieza y me empezaron a patear pidiendo que dijera qué andaba haciendo en Santiago. Estuve hasta la una de la mañana y me llevaron al Pudeto, con maletas y todo, y ahí traté de rescatarlas pero un soldado me dio un culatazo en la cara que me sacó la quijada. En el Pudeto estuve 90 días y cada cierto tiempo nos llevaban al Palacio de las Sonrisas donde me preguntaban sobre los dispositivos de seguridad de la Unidad Popular, en lo que no tenía nada que ver. Me sacaron la ropa, me pusieron electricidad en los genitales, en la nuca, cada sesión duraba tres o cuatro horas, te hacían descansar y después de nuevo para adentro. Salí en libertad unos días antes de Pascua, pero ahí empezó la tortura psicológica que era peor, yo era seguido en la calle, igual mi familia, eso era terrible, prefería estar adentro antes que eso”.
Dirigente vecinal
En 1973, el dirigente vecinal y del PC José Neguel trabajaba en Enap y tenía 29 años. El 11 de septiembre lo sorprendió en Cerro Sombrero donde se entregó voluntariamente. “El 13 de septiembre se nos comunicó que por ser peligrosos terroristas seríamos confinados en la isla Dawson. Llegué al regimiento como el preso 53 de más de 300 prisioneros que había en el gimnasio Cañas Montalva. Allí, en las noches, llegaban los valientes torturadores a buscar a los compañeros llevándolos, retornaban sin poderse parar, golpeados y cargados de electricidad, y otros inconscientes, ateridos de frío por repetidas zambullidas en el estrecho de Magallanes. A muchos compañeros había que darles la comida a cucharadas por más de una semana. En el Palacio de las Sonrisas fui torturado, cada sesión duraba más de 4 horas, era golpeado, cargado de electricidad con plaquetas puestas en la sien derecha y al final de la columna. Cuando me soltaron quedé recluido en mi casa y tenía dos horas para salir y empezó el seguimiento y los insultos en la calle a mi esposa e hijos”.
Regidor de Punta Arenas
Debe haber sido uno de los primeros detenidos ese 11 de septiembre, pues cayó en manos de una patrulla de soldados a las 8:30 horas. Con 36 años, Francisco Alarcón era regidor de Punta Arenas y secretario regional del PC. “Fui conducido al polígono del regimiento Cochrane donde pensamos que nos iban a fusilar. Esa misma tarde nos llevaron a isla Dawson, al campo de prisioneros que ya estaba construido. Varias veces me trajeron a Punta Arenas a interrogatorios y torturas, pasé 45 días incomunicado en una celda especialmente construida para mí en el Cochrane, una semana sin dormir y de pie, sin comida ni agua y con un guardia que se cambiaba cada hora y que estaba para impedir que me apoyara en las paredes, que eran de alambre de púas con sacos de papas. En Dawson también fui torturado, me hicieron cosquillas en los pies hasta el desmayo, me metieron excrementos en la boca y nariz y me arrancaron los dientes superiores. Me metieron al río congelado y me hicieron un simulacro de fusilamiento. En el trayecto en barcaza a Punta Arenas me colgaron de una grúa y me zambulleron en el estrecho hasta que perdí el conocimiento”.
Exonerado
El funcionario de Enap Hernán Díaz fue exonerado de la empresa el mismo 11 de septiembre. Fue arrestado ese día a las 20 horas y llevado a Cerro Sombrero. “Llegué al sótano de una casa que fue centro de tortura. En el lugar nos encontrábamos 16 detenidos y puedo dar fe de que nada de lo que me pasó después se puede comparar a lo sufrido en ese lugar. Junto a otros prisioneros fui llevado a Punta Arenas en avión bajo amenaza de arrojarnos al mar. Al arribar fui llevado al Pudeto y de ahí a una casa en avenida Colón donde sufrí todo tipo de vejaciones incluyendo golpes, electricidad y tortura psicológica. Después nos devolvían al Pudeto donde dormíamos en el suelo y enfermé de pulmonía. Después de un simulacro de fusilamiento, fuimos embarcados y trasladados a la isla Dawson donde perdimos totalmente nuestra identidad pasando a tener un número y el nombre de la barraca a la que pertenecíamos. Yo fui Charlie 15”.
Socialista
Dante Panicucci, militante del Partido Socialista, relató que “fui varias veces torturado, pero la que más me llegó fue el simulacro de fusilamiento, que se hizo tal como se hace un ajusticiamiento real, con un cura que llegó a pedir la confesión. Sin duda no era un cura sino un disfraz. Me pidió el último deseo y lo único que hice fue despedirme de mi familia y pedirles perdón por lo que yo no había hecho. De inmediato un pelotón de soldados disparó y yo caí sobre un colchón de la pura impresión que tuve y perdí el conocimiento. Eso es lo que más me impresionó como tortura, aparte de las otras sesiones que tuve con la cama eléctrica, golpes, incluso tengo las costillas quebradas. La electricidad era en todas partes del cuerpo, te ponían los electrodos en el cerebro, en los testículos, en los tobillos, y era el puro golpe que pegaba en la cama de hierro”.
Dirigente campesino
Arcadio Bahamóndez era en 1973 presidente de los trabajadores campesinos de Oazy Harbour. “Fui detenido, me llevaron a Ojo Bueno y de ahí al regimiento Pudeto, y allí tuve un recibimiento brutal. A mí me detuvo Otto Trujillo por orden del servicio de inteligencia, según lo que me dijo él. Permanecimos en el Pudeto por 6 días y ahí empezaron las torturas. Fui sacado como a las seis de la tarde y regresado a las 8 de la mañana prácticamente inmóvil. Me llevaron al regimiento Cochrane en un camión, me tiraron de arriba del camión, me desnudaron, me arrastraron en el ripio, me golpearon y empezaron a preguntar dónde estaban las armas que supuestamente yo había recibido y amenazaron que si no respondía me iban a matar. Me torcieron las muñecas hasta sacarlas fuera de su lugar, me sacaron las mandíbulas haciendo fuerza con los dedos. Después de eso me tiraron a un pozo de agua y ahí me flagelaban como ocho individuos. Como no había armas no podía declarar nada, entonces dijeron que me iban a matar y me mandan culatazos en el pecho, que hoy tengo hundido. Ahí me lanzaron de nuevo a los pozos y un perro me rajó el tobillo. Después me quemaron los testículos con corriente y de ahí ya no supe más”.
Parte de los entrevistados que entregaron sus testimonios posan frente al recinto conocido como el Palacio de las Sonrisas.